viernes, julio 16, 2004
-¡No vaya a ser que te termines arrepintiendo!- dijo, a los gritos, Esther- conozco a muchos como vos, que van y vienen.
-Yo- contestó Efraín, mientras pensaba- por ahora, me quedo de éste lado. Pero... nunca digas nunca, dijo Faivel, el ratoncito valiente.
-A mí lo único que me interesa- Esther, un poco menos alterada- es que no me hinchés las pelotas. No quiero tener que estar escondiendo tus asuntos. Bastante tengo con los míos.
O sea: hacé lo que quieras pero tratá de que yo no me entere. Así como están, las cosas son bastante soportables. No la compliqués.
-Vos no entendés algo.
-¿Qué?.
-A mí, las cosas... me gustan complicadas.
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-Yo- contestó Efraín, mientras pensaba- por ahora, me quedo de éste lado. Pero... nunca digas nunca, dijo Faivel, el ratoncito valiente.
-A mí lo único que me interesa- Esther, un poco menos alterada- es que no me hinchés las pelotas. No quiero tener que estar escondiendo tus asuntos. Bastante tengo con los míos.
O sea: hacé lo que quieras pero tratá de que yo no me entere. Así como están, las cosas son bastante soportables. No la compliqués.
-Vos no entendés algo.
-¿Qué?.
-A mí, las cosas... me gustan complicadas.